Aquí está, 31 de diciembre, el día en que nos toca dejar atrás un año lleno de momentos para recordar (y alguno que olvidar) y dar la bienvenida a un nuevo año en el que puede (o puede que no) cumplamos esos propósitos en los que vamos a poner todo nuestro empeño. Sin duda, para todos es un día cargado de significado, porque la despedida de un año supone darse cuenta de que el tiempo pasa demasiado deprisa y de que seguramente aún nos queden demasiados sueños por cumplir.
Para mí este 2018 empezó con malas noticias para gente a la que quiero, noticias que obligaron a cambiar planes y que al final serán motivo de celebración (estoy deseando) este 2019. Febrero fue de nuevo el mes en el que me examiné del PIR, y en el que se batieron récords en cuanto a las notas en Formación Sanitaria Especializada, aunque la mía no fuera una de ellas. El mes de marzo es quizás el mejor marzo que haya vivido nunca, pues por fin llegó el deseado viaje en familia a Berlín. Risas, anécdotas y el recuerdo a los que ya no están, aunque sin duda, si tuviera que escoger un momento, me quedo con nuestro encuentro con Angela Merkel en un paso de peatones y la felicidad de saber que será el primero de muchos. En Abril estuve muy inmersa en la confección de la carroza de San Isidro, el cuadro «Gernika» de Picasso que sacamos a la calle en mayo, el día de la cabalgata, con la satisfacción del trabajo bien hecho y yo este año además, encantada de ser «filandrera» junto a mi madre y poder recoger nuestro segundo premio. De junio me quedo con el orgullo de ver a mi sobrina por primera vez en el escenario del Teatro Concha Segura, bailando y cantando como una auténtica artista. Y llegó julio, mes de mi cumple, que celebré en Madrid, viendo el musical del «Rey León» en un viaje de chicas en el que disfrutamos de museos y buena gastronomía. Agosto, como siempre, mes de playa y chiringuito y este año terminado con baño nocturno. Septiembre, lo empecé con las pilas cargadas y en octubre acudí a una de las bodas más esperadas, celebrando la alegría de ese nuevo matrimonio y además, recibiendo la noticia de otro próximo enlace para este año 2019 al que me hace especial ilusión acudir. Noviembre empezó con la alegría del embarazo de una amiga y terminó con un nuevo viaje a Madrid, en el que pisé por primera vez la nueva Gran Vía y disfruté con la iluminación navideña. Y acabo el año, este mes de diciembre, recién llegada de un viaje por Viena y Bratislava en el que me he inmerso completamente en el ambiente navideño y he visitado esos grandes palacios que te recuerdan a otros tiempos.
Me siento muy agradecida con cada una de las personas que han visitado mi blog y/o han leído alguno de mis post este 2018, eso me anima a seguir escribiendo. Y ya sólo me queda decir que da igual como haya resultado vuestro balance de este año, si ha sido bueno, malo o regular, porque siempre hay motivos para brindar en una noche como la de hoy ¡Adiós 2018, hola 2019!.