Efecto Halo.

En el post de esta semana quiero hablar de uno de esos sesgos cognitivos que están presentes cuando nos relacionamos con los demás y que influyen en la impresión que nos llevamos de los otros: el Efecto Halo. Este efecto explica algunos de los aspectos irracionales que hacen que juzguemos de manera más positiva o más negativa a una persona, un producto o un lugar. Es algo que aplicamos muy a menudo, casi sin darnos cuenta.

Los primeros estudios sobre este sesgo cognitivo los realizó el psicólogo estadounidense Eduard Thorndike en 1920. El Efecto Halo provoca que, irremediablemente, se asocie a la belleza y otras cualidades (una sonrisa atractiva, una voz atrayente, incluso el tipo de peinado y la forma de vestir) con la sinceridad e inteligencia, motivo por el que las personas con estas características suelen triunfar más en la vida. La percepción de un rasgo particular es influida por la percepción de rasgos anteriores en una secuencia de percepciones.

Los investigadores han encontrado que el atractivo físico es, sobre todo, el factor que puede jugar un mayor papel. Las personas atractivas suscitan evaluaciones y conductas más positivas y por ello suelen ser más seguras y asertivas. Cuando calificamos a alguien como atractivo tendemos a creer que esa persona tiene rasgos de personalidad positivos y es más inteligente. El atractivo es un rasgo central por lo que se supone que todos los otros rasgos de una persona atractiva resultarán más atrayentes y codiciados.

Las personas al parecer no pensamos en otras personas en términos muy variados sino que clasificamos a las personas en un más menos dentro de los rangos positivos o negativos. Este sesgo influye en como nos valoran en una entrevista de trabajo en la que el entrevistador puede fijarse solo en los rasgos positivos e ignorar los negativos y al revés, y también en educación cuando un profesor evalúa a un alumno con rasgos más positivos cuanto saca mejores notas. 


En política se usa el Efecto Halo cuando se elige como líder a alguien que resulta atractivo. Así los votantes pensarán que su política también lo es. En campaña electoral todos los candidatos se afanan en parecer más cercanos, divertidos, amigables. También se usa el Efecto Halo en la publicidad, asociando la marca a un estatus de prestigio, utilizando a presentadores, deportistas o cantantes para promocionar seguros, coches o productos.

El Efecto Halo es contrapuesto al Efecto Diablo, que sucede cuando nos dejamos guiar por nuestros juicios personales basándonos en una característica negativa de una persona u objeto, atribuyéndole muchas más características negativas de las que probablemente en realidad posee. Si una persona luce un aspecto descuidado es posible que se le atribuyan otras características como despistado, antipático o torpe.

Las personas emitimos juicios de valor de forma habitual. Nuestro cerebro necesita hacerse una rápida idea sobre aquello que le rodea para saber si debemos fiarnos o no. Lo que ocurre con el Efecto Halo es que puede llevarnos a equivocaciones para bien o para mal, ya que interfiere en nuestras expectativas. Debemos aprender a hacer una valoración más precisa de la persona u objeto sin dejarnos llevar por la primera impresión, y sin incurrir en generalizaciones. Además debemos pensar que nosotros también somos evaluados de la misma forma y esforzarnos en no emitir juicios sin tener suficiente información.

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Locura compartida (Folie à Deux).

Desde la semana pasada, el caso del asesinato de dos niños presuntamente a manos de su madre con trastorno mental grave está ocupando parte de las noticias diarias. Es un caso realmente extraño y que no parece fácil de resolver, pues tanto el padre como la madre no parecen ser conscientes de la realidad y se niegan a colaborar en las pesquisas policiales. Desde el punto de vista psicológico parece que este comportamiento se acerca mucho a la definición de lo que es, según la Clasificación internacional de enfermedades, el Trastorno de ideas delirantes inducidas o Folie à Deux, una subcategoría de trastorno delirante.

Según parece la madre sufría algún trastorno psicótico pero no estaba diagnosticada y no recibía por tanto ningún tipo de tratamiento. Está claro por sus síntomas: delirios, alucinaciones, pensamiento y lenguaje desorganizado y comportamiento motor extraño e inapropiado que indican pérdida de contacto con la realidad. Queda por saber si el padre también lo padecía y si además, su frágil salud mental se veía empeorada por el consumo de sustancias tóxicas.

El término Folie à Deux o locura compartida, fue usado por primera vez para describir el caso de un matrimonio en el que los dos experimentaban síntomas psicóticos pero no se sabía cuál de los dos había comenzado el ciclo de la psicosis. Ambos se habían sumergido en un circuito de retroalimentación que reforzaba sus delirios. Los criterios para este trastorno son:

A. Se desarrolla una idea delirante en un sujeto en el contexto de una relación estrecha con otra(s) persona(s) que ya tiene(n) una idea delirante establecida.

B. La idea delirante es parecida en su contenido a la de la persona que ya tenía la idea delirante.

C. La alteración no se explica mejor por la presencia de otro trastorno psicótico (p. ej., esquizofrenia) o de un trastorno del estado de ánimo con síntomas psicóticos, y no es debida a los efectos fisiológicos directos de alguna sustancia (p. ej., una droga, un medicamento) o a una enfermedad médica.

Generalmente, las personas que sufren Folie à Deux suelen tener una estrecha relación y un nivel de aislamiento social y psicológico significativo lo que puede encajar con el caso de estos padres. Al parecer vivían en un mundo raro de creencias religiosas, se habían alejado de la realidad y de las personas de su entorno y sentían desconfianza hacia el resto del mundo, al que percibían como amenazante. Además, estos pacientes suelen ser personas que no buscan ayuda, ya que el delirio es una certeza, una creencia, su realidad. Una situación estresante puede desencadenar los síntomas psicóticos.

Este trastorno puede presentarse de distintas formas, según cómo se origine:

– Folie imposée o locura impuesta. Un paciente psicótico trasmite sus delirios a una persona sana. Suele tratarse de personas muy cercanas que comparten unos mismos temas o creencias (por ejemplo, creer en los extraterrestres).

– Folie simultanée o locura simultánea. Aparece simultáneamente una misma psicosis en dos individuos. En estos casos se cree que ambas personas padecen previamente un trastorno psicótico, pero el paciente dominante transfiere sus delirios. De este modo, al final ambos individuos terminan desarrollando los mismos síntomas y creencias.

– Folie communiquée o locura comunicada. El paciente primario contagia al secundario tras un periodo de resistencia de este último. Posteriormente, las psicosis de ambos evolucionan independientemente, incluso después de que ambos individuos sean separados.

– Folie induite o locura inducida. El paciente secundario, que ya sufría una psicosis previamente, desarrolla nuevos delirios bajo la influencia del paciente primario. El paciente secundario termina por desarrollar ideas delirantes inducidas, sumadas a las que ya tenía con anterioridad.

Puede darse entre los miembros de un matrimonio, entre hermanos o entre padres e hijos. Se establece en un orden de dominio y sumisión. Aquel que establece el dominio suele ser la persona que catalogaríamos con un mayor nivel de inteligencia y autoestima, suele tener más edad y es el que enferma con mayor rapidez. La persona inducida suele ser más joven, con menos formación y autoestima, más sumisos y sugestionables, y tienen una personalidad más dependiente y patológica.

El objetivo del tratamiento es separar a la persona inducida y tratar de estabilizar a la persona dominante. Dicho tratamiento requiere psicoterapia para ayudar al paciente a reconocer que tiene la patología, así como para tratar los problemas emocionales y relacionales que están presentes en el trastorno. Poco a poco el paciente va tomando consciencia de los errores en sus delirios, y modificando también su comportamiento. El enfoque más efectivo es la intervención cognitivo-conductual que tiene como fin último evitar recaídas posteriores. El tratamiento farmacológico, con antipsicóticos y antidepresivos, también es necesario para actuar de manera directa sobre los síntomas psicóticos.

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Psicoterapia: Alianza terapéutica.

En el post de esta semana voy a hablar del factor común de todas las psicoterapias y que resulta fundamental para obtener unos resultados positivos en la terapia: la alianza terapéutica. La psicoterapia puede definirse como un tratamiento ejercido por un profesional autorizado que utiliza medios psicológicos para ayudar a resolver problemas humanos en el contexto de una relación profesional. Dentro del tratamiento, la alianza es el acuerdo de los objetivos, las tareas y la propia relación y está relacionada con el resultado, independientemente de la orientación terapéutica. Es un ingrediente activo en la mejoría del paciente.

Lo que todas las personas que acuden a psicoterapia tienen en común es que experimentan algún tipo de dificultad, malestar o trastorno, que es lo suficientemente importante en sus vidas como para provocar deseo de cambio. El proceso de la terapia está diseñado, no para cambiar a los pacientes, sino para ayudar a los pacientes a que se cambien a sí mismos. En este proceso influyen de manera importante las características que posea el psicoterapeuta y entre las que destacan:

– Interés natural por la gente y curiosidad sobre sí mismo y los demás.

– Capacidad de escuchar y conversar.

– Empatía y compresión.

– Capacidad de discernimiento emocional.

– Capacidad introspectiva.

– Capacidad de autonegación.

– Tolerancia a la ambigüedad.

– Capacidad de cariño.

– Tolerancia a la intimidad.

– Confortable con el poder.

– Capacidad de reír.

En la terapia debe crearse un clima de confianza, de cercanía, en el que el paciente se sienta cómodo y pueda abrirse para exponer sus miedos o necesidades. El paciente necesita ser comprendido y aceptado, y desde el primer momento el terapeuta debe dejar de lado todos sus prejuicios e ideas preconcebidas. Además debe adaptar su discurso, sus estrategias de abordaje de los problemas y situaciones, a cada uno de los pacientes. Tiene que haber un entendimiento mutuo, una actitud de colaboración y un clima propicio para alcanzar los objetivos deseados.

La mayoría de pacientes abandona la terapia después de la primera entrevista, por lo que el desarrollo de una buena alianza terapéutica resulta esencial. Sin ella el paciente no se comprometerá con las tareas entre sesiones, no estará motivado para alcanzar el cambio y tampoco confiará en lo que le proponga el terapeuta como estrategias. La calidad del vínculo que se cree entre el paciente y el terapeuta determinará la colaboración del primero en el proceso terapéutico.

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El feminismo es cosa de jóvenes.

Hay quien piensa que los «día de» no son necesarios. Que cuando algo es evidente y compartido por muchos, no es necesaria la reivindicación un día concreto porque se debe hacer durante todo el año. Yo creo que es cierto, pero también creo que estos días son algo más que eso, porque sirven para recabar datos acerca de esa causa concreta y los días posteriores a esos días siempre se crea debate y reflexión. Este año y después de todo lo que estamos oyendo y viendo, este día de la mujer se merece más que nunca el post de hoy.

En los últimos tiempos, en los que es más fácil que nunca opinar sobre cualquier tema, hay gente demasiado centrada en decirnos a las mujeres que podemos y no podemos hacer. Están incluso intentado quitarnos derechos por los que otras tanto lucharon, en un empeño de convertir nuestra vida en algo bastante parecido al Gilead del «Cuento de la criada». Y como decía su protagonista «las señales estaban ahí pero no las quisimos ver». Creo que es el momento de centrarnos en datos objetivos y no dejarnos llevar por definiciones polarizadas sobre lo que significa la verdadera igualdad. Debemos poner la esperanza en las nuevas generaciones y en las ganas que tienen de lograr el cambio de esas ideas instauradas desde hace siglos.

En un estudio reciente en el que se han explorando las actitudes patriarcales de los jóvenes (hombres y mujeres) de entre 15 y 29 años, se ha llegado a la conclusión de que el 44% son conscientes y equitativos con respecto a la igualdad, un 39% son tradicionales y sexistas, defendiendo planteamientos desigualitarios y estereotipados respecto al género, y el 17% son negacionistas conservadores, negando que las mujeres puedan tomar decisiones por ellas mismas. El primer grupo está formado mayoritariamente por mujeres, y los otros dos por hombres.

Parece que entre los jóvenes españoles va despuntado un compromiso con el feminismo. Pero ese despunte es más evidente en las chicas que en los chicos, ellas están cada vez más empoderadas, y tienen una idea más formada sobre lo que es ser feminista y buscar la igualdad entre hombres y mujeres. El porcentaje de chicas que se considera feminista es hoy el doble que hace cinco años. A ellos todavía les cuesta, pero también comparten cada vez más la idea de que el feminismo busca la igualdad y entienden lo que supone la reivindicación.

Los jóvenes pueden ser el último empujón del movimiento que reclama la igualdad. Hay en curso una evidente rebelión contra las ideas heredadas acerca de los estereotipos de género y en contra del patriarcado. Y esa rebelión parece ser más fuerte y profunda que nunca porque, no hay cosa que haga más desear el cambio que tenerlo tan cerca.

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