El mundo necesita música

La música nos acompaña cada día, nos provoca emociones y tiene la capacidad de cambiar nuestro estado de ánimo. Existen canciones que nos producen relajación, otras nos dejan algo melancólicos y otras nos cargan las pilas y nos activan. No cabe duda de que la música es mucho más que un mero entretenimiento, afecta a nuestra manera de percibir el mundo. Hoy, coincidiendo con la celebración del día de Santa Cecilia, patrona de la música, dedico el post a este arte tan presente en nuestra vida.

La música está considerada entre los elementos que causan más placer en la vida. Gracias a una investigación realizada por científicos del Instituto Neurológico de Montreal, se descubrió que las regiones del cerebro que se activan cuando escuchamos música, son las mismas que se activan con la comida, la bebida o el sexo. Esto es, el sistema de recompensa del cerebro, y en especial el núcleo accumbes, una estructura del cerebro que forma parte de los núcleos basales. Pero el valor subjetivo placentero que damos a una determinada música, depende la combinación de sensaciones sensoriales y cognitivas que están influidas también por el estado afectivo.

Se ha demostrado que escuchar música desde pequeños y de forma constante, fomenta las habilidades de lenguaje y la creatividad. Y posteriormente, ayuda a bajar los niveles de ansiedad y disminuir el dolor, además de hacer que nos sintamos más felices y más optimistas. Además, la música puede ser una herramienta poderosa en el tratamiento de trastornos cerebrales y lesiones adquiridas ayudando a los pacientes a recuperar habilidades lingüísticas y motrices. Y se utiliza como una forma de tratamiento en algunos desórdenes mentales como el Alzheimer, la enfermedad de Parkinson, el síndrome de Tourette y las diferentes formas de autismo.

La música ha permanecido como algo inherente al desarrollo de la historia de los humanos. Además, es una de las formas de arte más fáciles de utilizar, podría decirse que es la expresión artística que más moviliza nuestro interior. Y es que todos tenemos una «banda sonora” de nuestras vidas, canciones favoritas que nos recuerdan a personas y momentos que queremos guardar por siempre. La música se mete bajo la piel, crea sentimientos intensos y recuerdos fuertes. No hay nada más básico que ella y al mismo tiempo no hay nada más complejo ni hermoso. Ya lo dijo Nietzsche: «Sin música la vida sería un error».

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Black Friday

El próximo 24 de noviembre es una fecha marcada en el calendario para quienes, como yo, prefiere afrontar las inminentes fechas navideñas con gran parte del trabajo hecho. Y es que ese día se celebra este año el «Black Friday», un día de grandes descuentos en todas las tiendas, físicas y online, que ayuda a no dejarse el sueldo del mes en comprar los regalos. Aunque la idea surgió en Estados Unidos, cada vez son más comercios de nuestro país los que se suman a este evento.

Siempre que pensamos en regalar algo, pensamos en los gustos de la persona que va a recibirlo. Y si hay un regalo que creo que nunca falla, es un buen libro. Es verdad que cada uno tenemos nuestros gustos y que en Navidad los que más se piden como regalo, suelen ser los libros que han ganado algún galardón cómo el Premio Planeta o las últimas novedades de nuestros autores favoritos. Yo en este post voy a recomendar los que a mí me gustaría encontrar debajo del árbol este próximo 6 de enero. Todos ellos tienen como tema algún aspecto relacionado con la psicología y se pueden encontrar en «Casa del Libro».

El efecto Lucifer: El porqué de la maldad (Contextos) de Philip Zimbardo. Ediciones Paidós Ibérica.

El autor nos enseña la cara más oscura del ser humano, mostrándonos qué es lo que puede llevarnos a cometer actos tan violentos como los que estamos viendo últimamente en los medios de comunicación. Este psicólogo social, cerebro del experimento de Stanford, nos hace reflexionar sobre nuestra responsabilidad colectiva en los males del mundo.

El hombre que confundió a su mujer con un sombrero de Oliver Sacks. Editorial Anagrama.

Es un libro antiguo pero de total actualidad y muy recomendado para estudiantes P.I.R. El autor, neurólogo, nos muestra el poder de la mente y su delicado equilibrio mediante la narración de 24 historiales médicos de pacientes con extrañas y aparentemente irremediables enfermedades neurológicas.

Lejos del árbol: Historias de padres e hijos que han aprendido a quererse. Andrew Solomon. Editorial debate.

Una lectura obligatoria para psicólogos, maestros y padres en general. El autor, doctor en psicología, nos presenta a familias que se enfrentan a la sordera, el Síndrome de Down, el Autismo o la esquizofrenia. Conocido activista de la comunidad LGBT, ha elaborado este libro realizando un estudio con más de trescientas familias que han tenido que aprender a lidiar con la diferencia. Es una llamada a reconsiderar aquello que nos hace diferentes los unos de los otros, a cuestionar nuestros prejuicios.

– ¿Quien se ha llevado mi queso?: Como adaptarnos a un mundo en constante cambio. Spencer Johnson. Editorial Empresa Activa.

Este libro antiguo pero es de gran utilidad para afrontar los cambios que se producen a nivel laboral y personal en estos tiempos inciertos. Es una fábula simple e ingeniosa protagonizada por dos ratoncitos y dos hombrecillos que viven en un laberinto y que dependen del queso para alimentarse y ser felices. Como han encontrado una habitación repleta de queso, viven durante un tiempo contentos hasta que un buen día el queso desaparece. El autor, licenciado en psicología, pretende ayudar tanto a jefes como empleados a salir adelante y afrontar el cambio de forma positiva.

La mente o la vida. Una aproximación a la terapia de aceptación y compromiso. Jorge Barraca. Editoral: Desclee de Brouwer.

En ocasiones, nos enredamos de tal manera en nuestros pensamientos y juzgamos, valoramos e interpretamos tanto las cosas, que nos impide disfrutar de las satisfacciones mundanas y valorar cabalmente la magnitud de los sucesos desgraciados a los que todos estamos expuestos. El autor, doctor en psicología y psicólogo clínico,arremete contra la felicidad rápida de manual y aboga por una manera distinta de abordar los problemas psicológicos.

En la página web de «Casa del Libro» han puesto una cuenta atrás hasta este día tan esperado, lo que hace si cabe más intensa la espera. Entiendo que haya quien piense que comprar los regalos con tanta antelación, puede llevarnos a perdernos la magia de pasear por las calles iluminadas, oliendo a castañas recién asadas buscando el regalo perfecto, entrando y saliendo de las tiendas mientras oímos villancicos de fondo. Pero yo creo que también tiene su encanto poder comprar desde el sofá con una mantita puesta y el móvil en la mano.

Y si el viernes tienes mucho lío y no te da tiempo a mirar bien y comparar entre todas las ofertas, o eres uno de esos indecisos que no ve del todo claro las ventajas de este día, aún tienes una segunda oportunidad para comprar ahorrándote algún dinerito el Ciber Monday que se celebra el día 27 y que también estará disponible en la web casadellibro.com. Todo lo que rodea estas fechas está diseñado para hacernos comprar, así que a preparar la tarjeta de crédito y a no dejarse llevar por los impulsos consumistas.

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Cambio climático: una realidad.

Estamos en otoño, la estación del año que se caracteriza por la caída de las hojas de los árboles, y el descenso gradual de las temperaturas acompañado de la lluvia. Pero desde hace unos años, el otoño ya no es lo que era, y la lluvia no aparece con la frecuencia esperada. Y es que los datos son preocupantes: este año ha llovido un 14% menos que el año pasado por las mismas fechas, y cada día que no llueve desde el mes de septiembre, aumenta el riesgo de que España entre en situación de sequía extrema en 2018. El agua este año además de poco ha caído mal, de forma torrencial y en episodios puntales, lo que ha provocado que los embalses estén muy por debajo de su capacidad, alcanzando el mínimo de la última década. De cómo esta situación afecta a nuestra salud y de lo que podemos hacer al respecto, quiero hablar está semana en el post.

El 75% de los fenómenos climáticos extremos y temporales se pueden vincular al cambio climático. Y creo que todos estamos de acuerdo en que los seres humanos estamos contribuyendo a ese cambio. Algo estamos haciendo mal, porque el cambio climático es algo real y evidente, y la factura por llenar la atmósfera de gases de efecto invernadero empieza a llegar a la nuestra vida. Cada año que pasa, la actividad industrial se intensifica, se extienden los transportes, el consumo de energía aumenta y abusamos más de los recursos que nos ofrece la naturaleza. Ya hemos empezado a consumir más agua de la que tenemos.

La salud se está viendo seriamente perjudicada. Además de alergias, afecciones de la piel, y agravamiento de enfermedades cardiovasculares y respiratorias, el cambio climático también afecta a la salud mental. Según la Asociación Americana de Psicología, puede provocar trauma y conmoción debido a lesiones personales, pérdida de un ser querido, daño o pérdida de bienes personales o incluso pérdida de sustento. El terror, la ira, la impotencia, el fatalismo y otras emociones negativas intensas, pueden dar paso a un trastorno de estrés postraumático. Los cambios climáticos afectan a la agricultura, la infraestructura y la habitabilidad, lo que a su vez afecta a las ocupaciones y a la calidad de vida y puede obligar a las personas a emigrar. Esta situación puede llevar a la pérdida de la identidad personal y profesional, de estructuras de apoyo social y de un sentido de control y autonomía. La preocupación por los impactos reales o potenciales del cambio climático provocan estrés, que se puede acumular con el tiempo y eventualmente conducir a problemas como el abuso de sustancias, trastornos de ansiedad y depresión

Entre las medidas que podemos llevar a cabo para frenar el cambio climático están:

– Usar menos el coche para desplazarse, y más la bicicleta, el transporte público o ir andando.

– Reemplazar las bombillas tradicionales por las de bajo consumo. Además, no olvidar apagar las luces cuando salgamos de una habitación.

– Apagar la tele y el ordenador cuando no se estén usando. Tampoco hay que dejar el cargador enchufado aunque no esté conectado al teléfono.

– Revisar los neumáticos. Circular con una baja presión aumenta el consumo de gasolina y por tanto de dióxido de carbono.

– Reducir, reutilizar y reciclar. Es más fácil si tenemos separadores de vidrio, papel y cartón.

– Darse una ducha en vez de un baño y utilizar menos agua caliente. Además de asegurarnos de que los grifos no gotean.

– Vigilar los electrodomésticos. Usar la lavadora y el lavavajillas sólo cuando estén llenos.

– Ajustar el termostato. Tanto en invierno con la calefacción, como en verano con los aires acondicionados.

Pero sobre todo, debemos exigir a los gobiernos y organismos nacionales e internacionales, que se impliquen y tomen medidas ya, antes de que sea tarde. Una vida más sostenible es posible, pero hay que llevar a cabo todas las acciones que estén en nuestra mano.Y es ahora cuando tenemos  la oportunidad de crear un nuevo estilo de vida que responda mejor a las verdaderas necesidades y valores de nuestra sociedad actual y futura.

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Resolución de conflictos

Cada vez es más frecuente encontrarnos ante situaciones conflictivas, que a pesar de tener solución, no sabemos bien cómo resolver. Es algo que nos pasa a diario, con compañeros de trabajo, amigos, familia… Esta semana he decidido escribir sobre la resolución de conflictos, un tema muy estudiado en psicología y que creo que ha sido una de las claves para el rumbo que ha tomado el asunto de la independencia de Cataluña, ya que se puede analizar el asunto como un conflicto entre dos partes con posturas irreconciliables.

Hablamos de conflictos para referirnos a aquellas situaciones de disputa o divergencia en las que existe una contraposición de intereses, necesidades, sentimientos, objetivos, conductas, percepciones, valores y/o afectos entre individuos o grupos que definen sus metas como mutuamente incompatibles. Así pues, la resolución de conflictos es el conjunto de conocimientos y habilidades que ponemos en acción para comprender e intervenir en la resolución pacífica y no violenta de los conflictos. Es una de las habilidades sociales que todos deberíamos dominar, y que en realidad, pocos dominamos.

En las relaciones entre iguales se considera que lo que debe primar es el interés, es decir, se persigue llegar a un entendimiento entre las partes en conflicto que les permita encontrar soluciones que satisfagan a todas ellas. Las partes deben colaborar para encontrar una solución, y es a ellas a quienes se les reserva la capacidad de decidir la solución que mejor les satisfaga. Para poder trabajar en ella es absolutamente necesario moverse cómodamente y con seguridad en el terreno del diálogo.

Según el modelo de Thomas Kilmann, existen 5 estrategias para manejar los conflictos:

Cesión: Implica la renuncia de una de las partes a todo o casi todo de lo que pretende conseguir, puesto que considera que complacer a la otra parte o evitar la disputa es más importante que vencer.

Competencia: Supone que las partes entran en competencia para obtener la mayor ventaja posible, empleando para ello medios como la coerción y la presión que obliguen a la otra parte a realizar concesiones.

Colaboración: Los oponentes trabajan juntos para alcanzar una solución que satisfaga los intereses y las necesidades de ambas partes.

Compromiso: Las partes en conflicto hacen un esfuerzo posible por negociar, de manera que en ocasiones un retraso puede aumentar las oportunidades para lograr un acuerdo posterior. Esta estrategia deriva habitualmente en que ambos ganan algo.

Evasión: Esta postura supone el fin de la negociación y obliga a ambas partes a depender para la consecución de sus fines de medios alternativos al acuerdo negociado.

Es cierto que salir vencedor de una disputa nos produce satisfacción y un efecto químico y neurológico en nuestro cerebro. Es lo que se llama el «Efecto ganador», por el cual se genera dopamina y estamos más predispuestos a afrontar nuevos retos. Pero también hay que tener en cuenta que en caso de fracasar, no siempre las consecuencias son negativas, es más, el fracaso puede servirnos como aprendizaje para saber que es lo que no debemos hacer la próxima vez.

Los conflictos son parte de nuestra vida. Tener conflictos significa estar vivo, y lo saludable es aprender a manejarlos, principalmente porque algunos son inevitables. Cuando aceptemos que los conflictos son la raíz del cambio personal y social, además de que impulsan el establecimiento de identidades individuales y grupales, entonces podremos beneficiarnos de una resolución de conflictos positiva.

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